
Biometano, entre la oportunidad energética y los retos de su implantación
12 de junio de 2025
Cantabria ante el desafío energético: aprendizajes clave de la jornada organizada por CEOE-CEPYME Cantabria
11 de julio de 2025Cantabria afronta un importante déficit energético: la región produce internamente solo una fracción de la electricidad que consume, lo que la sitúa a la cola nacional en términos de autonomía eléctrica. En 2023, la comunidad demandó unos 3.467 GWh de electricidad pero solo generó 1.599 GWh, es decir, menos de la mitad del consumo se cubre con producción local.
Aún más preocupante es el peso de las energías renovables en este mix: menos del 15% de la electricidad consumida en Cantabria proviene de fuentes limpias, muy por debajo de la media nacional.
Un déficit que frena la competitividad
Esta dependencia energética representa un riesgo estructural y una barrera para el desarrollo económico. Las industrias electrointensivas, como químicas o metalúrgicas, pagan en Cantabria precios mucho más altos por la electricidad que sus competidoras europeas. Según la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), la industria española paga hasta un 130% más que en Francia y más del doble que en Alemania.
Este escenario ha provocado paradas de producción, traslados de fábricas e incluso cancelación de inversiones en la región, como ha ocurrido en la planta de Ferroatlántica en Boo de Guarnizo o en otros sectores electrointensivos afectados por los costes de la luz ).
El potencial de las renovables
Cantabria necesita aumentar su capacidad de generación renovable para garantizar un suministro local, seguro y competitivo. Y tiene los recursos para hacerlo:
Energía eólica
Cantabria cuenta con excelentes condiciones de viento en el interior de la región. Tras una década de parálisis, se están retomando proyectos como el parque de El Escudo (105 MW), que ya ha iniciado su construcción.
Además, hay otros seis parques en tramitación, con 315 MW adicionales, aunque la región aún está lejos de los 700 MW eólicos marcados por el Plan de Sostenibilidad Energética de Cantabria (PSEC 2030).
El objetivo es claro: pasar de importar electricidad a ser autosuficientes, con renovables que abaraten el coste energético para hogares e industria (Europa Press).
Solar fotovoltaica
Aunque la irradiación solar en Cantabria no es tan elevada como en el sur, la fotovoltaica distribuida está creciendo con fuerza. Solo en 2022, se triplicaron las instalaciones hasta superar los 8,4 MW de autoconsumo registrado.
Biogás y biometano
La valoración energética de residuos agroganaderos a través de digestión anaerobia puede generar biometano que sustituya al gas natural. Este tipo de plantas no solo gestiona de forma sostenible los residuos ganaderos, sino que genera gas renovable, impulsa la economía rural y refuerza la soberanía energética regional.
Según Sedigas – Asociación Española del Gas , España podría alcanzar una producción de 163 TWh de biometano al año, y Cantabria, con su elevada densidad ganadera, tiene un gran potencial para contribuir a ese objetivo.
Almacenamiento y bombeo
La central de Aguayo, con 340 MW de potencia instalada, es uno de los pilares del sistema eléctrico cántabro. El proyecto Aguayo II, en tramitación, permitirá ampliar esa potencia hasta más de 1.300 MW, convirtiéndose en una de las mayores infraestructuras de almacenamiento de Europa.
Esto permitiría a Cantabria almacenar excedentes renovables y cubrir picos de demanda con energía limpia y gestionable. Junto con los nuevos parques renovables, se estima que la región podría cubrir el 125% de su demanda eléctrica con energía generada localmente para 2030.
Una oportunidad para transformar el modelo energético y productivo
La transición hacia un sistema energético renovable no es solo una cuestión ambiental: es una estrategia de competitividad y reindustrialización. En un contexto de transición energética global, la disponibilidad de energía limpia y asequible es un factor clave para atraer inversión y empleo. La implantación de nuevas renovables en Cantabria supondría:
- Reducir la factura eléctrica de empresas y familias
- Atraer industrias electrointensivas que hoy miran hacia otras regiones
- Aumentar la resiliencia frente a crisis energéticas externas
- Generar empleo verde y dinamizar zonas rurales
- Cumplir con los objetivos de descarbonización marcados por Europa
La clave está en aprovechar los recursos propios del territorio y en desarrollar proyectos que generen valor local, con participación de las comunidades y el máximo respeto medioambiental.
El momento es ahora. Cantabria tiene ante sí la posibilidad de cerrar su brecha energética y liderar una transición renovable que impulse su desarrollo industrial, fortalezca su economía y refuerce su soberanía energética. Las herramientas existen. El territorio, también. Solo falta el impulso político, técnico y social para que Cantabria sea protagonista del cambio energético del siglo XXI.

